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El IPOM y la caída del crecimiento tendencial

EDUARDO BITRAN Académico Facultad de Ingeniería Uai, Presidente Club de Innovación

Por: EDUARDO BITRAN | Publicado: Jueves 17 de junio de 2021 a las 04:00 hrs.
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EDUARDO BITRAN

El último IPom del Banco Central reduce la estimación de crecimiento tendencial respecto a 2019, basado en los resultados de un estudio de la propia institución sobre Productividad Total de los Factores (PTF). La PTF no minera declina entre 2011 y 2019 0,4% por año. Si incluimos el PIB minero, de acuerdo con los estudios de la Comisión Nacional de Productividad la declinación es más pronunciada y prolongada, ya que la PTF minera presenta una caída de 6% anual en los últimos 15 años, principalmente debido al envejecimiento de los yacimientos.

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El estudio de descomposición de la variación de la PTF que realiza el Central entrega información valiosa. La caída de PTF se explica principalmente por la reducción de la productividad de las empresas que permanecen en este período. La entrada y salida de empresas no afecta la PTF. Dos tercios de la reducción de PTF se atribuyen al desempeño de las empresas incumbentes y un tercio a la reasignación de recursos entre estas. Llama la atención que la reasignación de recursos no contribuya a aumentar la productividad agregada. En mercados con fuerte competencia, la reasignación de recursos debe ir a las empresas más productivas.

¿Cómo explicar una reducción tan significativa de la PTF de los incumbentes? Los aumentos en la medición de productividad en la década del noventa estuvieron muy vinculados al crecimiento y diversificación de las exportaciones basadas en recursos naturales, que crecieron a un 12% al año. No obstante, este crecimiento no se pudo sostener. A partir de 2005 las exportaciones crecen sólo 1% al año, utilizando mucho más capital y trabajo. Por otra parte, los sectores no transables tales como construcción, finanzas y servicios personales, siempre tuvieron un pobre desempeño en productividad.

Con el súper ciclo de precios de las materias primas, vivimos una ilusión de bienestar que nos aletargó y que escondía un problema de fondo. El rápido crecimiento y diversificación de exportaciones de los noventa tenía límites que decían relación con la disponibilidad de recursos naturales y ambientales. Para poder seguir creciendo a tasas significativas y mantener una cierta equidad intergeneracional, era fundamental realizar una inflexión de un crecimiento basado en recursos, a uno más basado en innovación con énfasis en sostenibilidad.

Sin embargo, aún es tiempo, las ventajas de Chile en energías renovables y el fortalecimiento de la acción climática a nivel global, nos brindan la oportunidad de posicionarnos como exportador de bienes y servicios con baja traza de carbono y producción limpia. Es más, a partir de los desafíos de sostenibilidad de los recursos naturales, se pueden producir dinámicas de innovación virtuosas que impacten a la economía en su conjunto y generen proveedores sofisticados y emprendimientos dinámicos.

Así evitaremos caer en la trampa de los países de ingreso medio y crearemos un círculo virtuoso entre inversión en competencias laborales y mayor sofisticación productiva, con el fin de generar una demanda por trabajo de calidad y mejorar así el crecimiento tendencial y la distribución funcional del ingreso.

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